Institucional

Martes 28 de abril de 2020

En una situación de crisis sanitaria, inédita para las generaciones que la padecemos y con graves consecuencias para la economía mundial, conmemoramos el Día de los Trabajadores. Su origen se remonta a la protesta de trabajadores de la industria el 1.º de mayo de 1886 en Haymarket, Chicago, por la reglamentación de una jornada laboral de ocho horas. A 134 años de este acontecimiento reivindicativo, reconocemos el camino recorrido y los logros obtenidos en pos de la construcción de sociedades más igualitarias, equitativas y libres.

En la situación singular que nos toca vivir, recordamos no solamente a todas aquellas personas que, desde entonces, contribuyeron a transformar la sociedad de su tiempo generando condiciones de vida más dignas. También tenemos presentes a quienes hoy trabajan ―no pudiendo cumplir con la máxima de «cuidate y cuidanos, quedate en casa»― porque su tarea es imprescindible para el funcionamiento mínimo del país: los trabajadores de la salud y de los residenciales, los de la producción y el comercio de alimentos, del transporte, de la seguridad y las empleadas domésticas que generalmente cruzan la ciudad desde la periferia hasta los barrios residenciales, entre otros tantos. 

Tenemos presentes, por supuesto, a quienes trabajan en la enseñanza y que, desde su casa, deben rápidamente aprender cuestiones tecnológicas todos los días y ser creativas en este contexto tan especial; a aquellas personas trabajadoras que han visto reducidos drásticamente sus ingresos al encontrarse en seguro de desempleo o por despido, y a aquellas que sobreviven, de alguna manera, con trabajos informales y que hoy, con distanciamiento físico y aislamiento, ya no saben cómo hacerlo. Solo la solidaridad genera la esperanza de que para todas las personas hay un camino al futuro. 

 

 

Pastor Jorge Gerhard
Pastoral Educativa del Instituto Crandon

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