Institucional

«El Instituto Crandon y la Iglesia Metodista fueron parte de los años 60 y de la dictadura y tuvieron un papel de muchísima solidaridad y de muchísima valentía en un contexto que era muy adverso. 

Como sabemos, como ocurrió en tantas esferas de lo social, la Iglesia Metodista también estuvo dividida. (…) La impronta dominante de esta iglesia en Uruguay fue la del pastor Emilio Castro, teólogo de la liberación, cristiano comprometido, maestro de tantas generaciones. Fue la del pastor Oscar Bolioli quien presidió la Iglesia Metodista durante la dictadura y luego también ayudó a tanta gente desde ACNUR con la salida al exilio. Fue la de Ademar Olivera, pastor y preso político que también fundó el SERPAJ  y fue uno de los protagonistas de ese ayuno de agosto de 1983, tan importante porque estaba denunciando la tortura que campeaba en Uruguay y el fin de la dictadura. 

Los nombro a ellos en nombre de toda la comunidad de pastores y pastoras de la Iglesia metodista; una comunidad, como pasó en otros ámbitos cristianos, que incorporó de manera muy fuerte la idea de que en los años 60 y los 70 se luchaba por una sociedad más justa. La comunidad metodista apoyó las marchas cañeras, apoyó los conflictos sindicales, ofreció sus locales para que se pudieran hacer liceos populares cuando la interventora cerró un secundario, denunció la tortura y algunos de ellos participaron como mediadores en secuestros de las organizaciones armadas. Es decir, es una Iglesia que vivió la violencia en carne propia, la violencia paramilitar en el 72 cuando pusieron una bomba en su sede y que tuvo un compromiso con la defensa de los derechos humanos durante la dictadura y, por supuesto, después en democracia. 

En ese escenario, en esta coyuntura, particularmente el Colegio tuvo también un papel que me parece que es importante subrayar: fue un Colegio cuya directiva se resistió, con todos los riesgos que se suponía, al despido de docentes por motivos ideológicos. Incluso fue un Colegio que cobijó a profesores que estaban perseguidos por motivos ideológicos o que directamente estaban proscriptos en el ámbito público. Y en democracia fue también un espacio muy sensible; no solo retomó a las personas que habían tenido que dejar sus cargos por motivos políticos, sino que fue un espacio de escucha temprana y sensible en relación con las violaciones a los derechos humanos durante los [años del] terrorismo de Estado. 

Todo esto habla de un colegio con mucho compromiso con la memoria».

 

Dra. Magdalena Broquetas, 28 de junio de 2023, conversatorio a propósito de los 50 años del golpe de Estado en Uruguay. Instituto Crandon, salón de actos Graff Hall

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