Seniors

12 de julio de 2021

Federico Lagomarsino

El arquitecto Federico Lagomarsino Balestié (Seniors 2003) es responsable del pabellón uruguayo de la última Bienal de Arquitectura de Venecia (Biennale Architettura 2021). La Biennale es una de las fundaciones artísticas y culturales más antiguas que, con actualizada ampliación de contenidos, se ha sostenido en el tiempo. Solo tres exposiciones se han suspendido desde su inauguración en 1895: las correspondientes a las dos guerras mundiales y la del año pasado, debido a la crisis sanitaria causada por el coronavirus. 

En 2021, la Bienal de Venecia se lleva a cabo desde el 5 de mayo al 22 de noviembre con protocolos especiales y bajo la curaduría general del reconocido arquitecto libanés Hashime Sarkis. Entre las diversas exhibiciones de todo el mundo, el pabellón uruguayo de la Biennale ―que ha mostrado obras de Alejandro Atchugarry, Joaquín Torres García, José Cúneo y Petrona Viera, entre otros― cuenta con un equipo curatorial de jóvenes profesionales. 

En 2019 y por concurso público, el grupo conformado por Federico Lagomarsino Balestié, Federico Lapeyre Pignatta y María de Lourdes Silva ganó la representación oficial del país. «Concursamos en 2019 y estuvimos trabajando en 2020 y en 2021 en el armado. El proyecto que presentamos se llama Próximamente. Nosotros entendimos la pregunta propuesta por el curador [¿cómo viviremos juntos?] como un acto de futurabilidad, que se relaciona con la convivencia. Entonces, el proyecto es una invitación a sentarse a una mesa y ser parte de una serie de conversaciones con más de sesenta personas invitadas», explica Federico Lagomarsino. 

En la mesa propuesta por el equipo curatorial se desarrollan diez conversaciones. Uno de los diálogos cuenta con especialistas en antropología y demografía y responde preguntas sobre la proyección demográfica del Uruguay. Otro es un debate entre un hacker y un experto en cuestiones de seguridad digital; y en el plano político, convocaron alcaldes y alcaldesas de diversos partidos. «Generamos esas diez conversaciones en un rodaje que hicimos acá, en Uruguay, en el Instituto Nacional de Artes Escénicas. Construimos el archivo y en Venecia mostramos una síntesis. Uno se sienta en la  mesa y se proyecta sobre esa mesa y sobre las paredes el registro de las diez conversaciones. Es una situación inmersiva, que busca que las conversaciones atraviesen al participante».

Lagomarsino explica que la mesa es «el gesto mínimo de la arquitectura» y, como tal, le interesa en particular. De hecho, ha participado en la realización de otras mesas, en especial la del memorial que recuerda a los presos de la antigua cárcel de Punta Carretas. «De alguna manera vengo trabajando sobre varios proyectos que tienen que ver con la mesa como dispositivo de comunicación y como posibilidad de convivencia. Porque particularmente he estado trabajando en la arquitectura como una forma de contar historias. O sea, no solo de resolver un problema de diseño o técnico, sino de resolver un problema identidad o cultural. La arquitectura, para mí, cumple el rol de contar». 

Debemos interrumpir la charla y Federico queda una pregunta pendiente: ¿desde cuándo se interesó por la arquitectura? Retomamos unos minutos más tarde y está abstraído, dibujando. «Siempre busqué representar la memoria. Dibujar es una tarea de supervivencia y es una forma de pensar. Visualizo varias escenas que son germen, quizás. Tengo muy presente estar en la biblioteca, con mis cuadernitos y pedir libros de catedrales góticas y románicas para dibujar. Cuando estudié Historia del arte en sexto, pedía libros y hacía el repaso de lo que veía. Tengo carpetas con esos dibujos, de esas escapadas a la biblioteca; guardo los dibujos hasta el día de hoy. Me acuerdo hasta del lugar de la biblioteca al que iba, me veo en determinado rincón, revisando y dibujando».

Volvemos a las mesas y a la de la Bienal en particular; cuenta que seguramente la van a representar en Uruguay, eso anhela. Hablamos del impacto ambiental de la pandemia, de los dispositivos tecnológicos que emergieron en la Biennale, del papel ahorrado en folletería, de cómo resurgió el código QR y de la emisión de dióxido de carbono de la digitalización.

Salimos a buscar mesas al patio para la sesión fotográfica. No encontramos ninguna con la síntesis artística que tenemos en mente, la de ping pong del patio nos pareció muy pragmática. Llegamos a la Biblioteca y nos dimos cuenta de que esa entrada era todo lo que necesitábamos para plasmar recuerdos y reflexiones.

Créditos de imágenes: Gabriela Cabrera Castromán

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