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La Dra. Magdalena García Trovero, psiquiatra especializada en niños y adolescentes, tuvo a su cargo una charla para madres y padres de Niveles 3, 4 y 5 años de Educación Inicial. El miércoles 11 de setiembre se realizó la actividad que se enmarca en el programa institucional en torno a la mejora de la convivencia y el desarrollo de estrategias para la vida.

Con presencia de numerosos adultos, el equipo de Dirección de Inicial y profesionales del sector, la Dra. García Trovero incursionó en los aspectos que los hogares y la escuela deben promover para asegurar el desarrollo saludable de los niños. Se trata de la construcción de vínculos saludables para prevenir situaciones que interfieren en el desarrollo de niños y niñas.

En los primeros años, que son fundantes en la vida de una persona, el «nido de crianza» es primordial, explicó la psiquiatra. Este, a cargo de cuidadores confiables, es un factor de alta protección contra toda forma de violencia porque «el amor protege a los niños ante cualquier otro tipo de vínculo que no sea el adecuado».

A propósito del nido de crianza, la doctora García Trovero agregó: «La mente del pichón está en nuestras manos cuando llega al nido de crianza. De los vínculos que establezcamos con él, de la seguridad y de la presencia, y de la capacidad de respuesta que tengamos va a emerger la mente de ese niño». Por ello, siguiendo a Jorge Barudy, es necesario crecer en ambientes en los que predominen experiencias de buen trato. «No es que tengamos que ser siempre perfectos, sino que tiene que predominar el clima de buen trato. Nos podemos “zarpar” porque los seres humanos somos falibles, y está bueno que los niños lo sepan. Pero también deben saber que el nido es estable y que hay certeza de protección», explicitó la profesional con elocuencia.

Según el modelo multisistémico de Bronfenbrenner, existen diferentes niveles de influencia en la crianza. Una primera red vincular está dada por los cuidadores y la familia más cercana. «Pero, por suerte, los niditos no están sueltos, sino que están inmersos en una comunidad. En otro nivel, están las instituciones mediadoras ―la escuela en primer lugar― como complemento número uno de ayuda a los cuidadores primarios». Un tercer nivel, más amplio, refiere al momento histórico-cultural y la sociedad en su conjunto porque, como expresa el proverbio africano: «para criar a un niño se necesita de toda la aldea». «Reafirmamos esta noción, una sola familia no puede criar a un niño sin apoyo, porque se necesita de la ayuda de otros, hay que juntarse para proteger», aseguró la especialista.

¿Qué es proteger? No se trata de construir una cúpula rígida, sino de preparar a los niños para que no sean heridos. El desafío es pensar qué cosas pueden hacerlos más fuertes, qué pueden hacer los nidos de crianza y la comunidad educativa en la etapa en la que se «amasa la mente de los niños». Como expresan las antropólogas Emmy Werner y Ruth Smith, los niños que tienen referentes en quien confiar son más fuertes; los que conocen las normas de seguridad (las rutinas protectoras) no están permanentemente al acecho y se sienten tranquilos; los que saben que confían en ellos pueden resolver situaciones diferentes. En este entretejido de protección también se incluye la educación de la sexualidad. El nido y la comunidad educativa aportan cada uno lo suyo para que los niños puedan manejarse con criterio, conocer su cuerpo y nombrar sin pudor.

Por otra parte, los niños que son capaces de destacarse en alguna aptitud ―sin importar lo que sea― se empoderan y pueden aprender con mayor facilidad. «Todo esto está relacionado con la posibilidad de desarrollar una adecuada autovaloración. Es el fundamento: me quieren (mi cuidador y otras personas), soy bueno para algo, me lo reconocen, conozco mi cuerpo y sé cómo funciona, me miro al espejo y digo «valgo». Esto es quererse y valorarse en la justa medida», agregó la doctora García ante un consustanciado auditorio.

Las Neurociencias agregan otros aspectos: la risa, por ejemplo. «Reír nos pone en mejores condiciones de enfrentar la adversidad. Si no estamos tan tensos, estaremos más lúcidos para enfrentar lo diferente. Aprender a reír en familia es un factor de altísima protección y es algo que escasea cuando estamos muy estresados».

Por último, los proyectos de vida y la visión esperanzadora de la vida son factores significativos. «Ya sabemos ―agregó la doctora García― que criar niños no es tarea fácil y que se necesita de toda una aldea. Es una etapa en la que les debemos dar protección entendida como desarrollo de fortalezas, confianza y, sobre todo, tengamos esperanza».

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