Seniors

14 de setiembre de 2021

 

Irene Fernández Ferreiro

Frente a la salita de entrevistas del primer piso, Irene Ferreiro Fernández (Seniors 2014) comienza a desencadenar recuerdos. 

―Siempre me gustaron el arte y la biología. Acá tenía las reuniones con Nancy [Peláez Colomer, psicóloga]; el tema era que yo no sabía si seguir Artístico o Biológico.
―¿El Programa de Orientación Vocacional te ayudó?
―La verdad es que me ayudó mucho. Yo siempre fui muy artística: hice ballet y canté toda la vida. No sabía qué seguir y al final llegamos a la conclusión de que todo lo artístico ya lo tenía por fuera, con las actividades que hacía, y entonces me decidí por hacer Biológico. 

Al finalizar el liceo, Irene comenzó a cursar dos licenciaturas en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar): Ciencias Biológicas y Bioquímica y, en el segundo año, se decantó por la primera. En 2020, ya egresada de la carrera de grado, comenzó una maestría y se sumó al Laboratorio de Virología del Instituto Pasteur de Montevideo y de la Udelar (a través de una beca de la Agencia Nacional de Investigación Científica). Todo se inició con la tesis de grado, una investigación sobre la Hepatitis E, que defendió en febrero del año pasado.

―Busqué en diferentes animales en los que todavía no se había reportado el virus. Como es un virus que generalmente está en chanchos y puede infectar humanos, quisimos ver si en animales parecidos también está. Encontramos que en el pecarí, que es como un jabalí chiquito, había hepatitis. Fue el primer reporte a nivel mundial; eso estuvo muy bueno, porque aprendí a escribir un trabajo científico, a publicarlo.
―¡Fue un hallazgo muy importante para la comunidad científica!
―Exacto. ¡Salió! Esa fue parte de mi tesis y ahora estoy atenuando virus que se contagian por mosquitos, tipo dengue, zika y chikungunya. Lo que estoy haciendo es tratar de modificar esos virus para que se parezcan más a virus que solo infectan los mosquitos y que el sistema inmune del humano puede reconocer y pelear. Porque en un futuro, si sale todo bien, se podría desarrollar una vacuna. 

El eminente Instituto de Vacunas de la Universidad de la República nos entretuvo varios minutos. También hablamos sobre qué implica estudiar y haber egresado de la Udelar; Irene demuestra un genuino orgullo por ser parte de la mayor casa de estudios universitarios del Uruguay. Le pregunto por su trabajo cotidiano, cómo es un día en un laboratorio de virología y ella responde elocuentemente. Habla con soltura, gesticula, se arregla el anillo de Crandon ―el que recibió al egresar―  y se ríe. Irene contagia entusiasmo. 

 ―Además de experimentos, hacemos mucho análisis de datos. Entonces, si tengo que hacer un experimento que lleva un tiempo de incubación, empiezo por la parte digital.
―Entre la pipeta y el teclado…
―Sí. A veces trabajo con bacterias, porque las bacterias se reproducen rápido. […] Ahora voy a empezar con un experimento en el que voy a poner el virus en un cultivo de células para ver si puede entrar en las células y las puede infectar. Son células que se venden para investigación, […] porque son bastante específicas. Y las elegís según el virus con el que quieras trabajar, porque no todos los virus infectan el mismo tipo de células. Tenés que estar muy pendiente de que las células no se mueran, tenés que mantenerlas.
―Mientras tanto vas describiendo qué pasa…
―Lo vas describiendo, sacando fotos con el microscopio, mostrando cómo van creciendo. ―Lo contás con mucho entusiasmo.
―Ay sí. Me encanta. ¡Me encanta!

Los recuerdos crandonianos vuelven a la charla. «En quinto Biológico, la parte de biología animal que vimos con Fede Viana [Matturro] me ayudó muchísimo después. [En facultad,] tenemos una materia que se llama Biología animal y va por ese mismo camino. Obviamente que es más difícil, pero a mí me ayudó lo que había estudiado en el Colegio. Y después también es cierto que el primer año de la carrera es como un filtro. Yo tenía una muy buena base de Matemáticas, de Física y de Química, y ese primer año fue como un repaso de cosas que había dado en el liceo».

Irene también reflexiona sobre el inglés y el nivel que logró en Crandon. «En 2019, en la Escuela de Introducción a la Investigación Antártida tuvimos intercambio con gente de otras bases, la base rusa y la china, por ejemplo. Todo se hablaba en inglés, y la verdad es que me ayudó un montón el inglés que aprendí en el Colegio». Agrega que en la carrera también, porque «si bien es en español, todo lo que tenés para leer es en inglés».

Salimos a buscar una locación para las fotos y conversamos sobre su futuro. La joven investigadora quiere finalizar la maestría y hacer un doctorado en el exterior, pero aclara: «Con la idea de volver. Siempre pienso en volver porque me gusta el sistema que hay en la Udelar. Me gustaría ser docente; ahora voy a ser ayudante en el curso de Virología molecular en el segundo semestre. También me gustaría, en el futuro, ser tutora de alguien».

 

Créditos de imágenes: Gabriela Cabrera Castromán

1 Comentario

  1. Adriana Brandón

    Excelente nota rescatando el trayecto educativo de Irene.
    La recuerdo con mucho cariño y me alegra el camino que está recorriendo, cuya base se construyó en el Colegio.

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