Institucional

25 de mayo de 2023

Cruz y vitral en Iglesia San Pablo

Equipo de Pastoral Educativa

El cristianismo es una propuesta de vida, es una propuesta que Dios le hace a cada ser humano de vivir una vida plena y cargada de sentido, una existencia significativa para sí y para el resto de la humanidad.

En Jesucristo, Dios se hace persona para que pueda ser más humano y para comprender mejor su creación. Es en Jesús que podemos encontrar la verdad sobre la vida, así nos lo dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida».

Pero, si el cristianismo es una propuesta, ¿por dónde acercarme a ella?, ¿cómo llegar a Jesús? Necesitamos caminos que nos conduzcan hasta allí. Bien, ¡ese es el metodismo! La palabra método significa «modo de hacer algo, el camino por el cual me acerco a algo». El metodismo, entonces, es un camino; un camino que podemos transitar para llegar al Dios de la vida.

Este camino comenzó a abrirse con Juan Wesley, en Inglaterra, en el correr del siglo XVIII. Wesley nació en el seno de una familia numerosa y muy pobre, toda su vida quedará marcada por un estilo de vida humilde. Cuando murió dejó como legado: dos cucharitas y una tetera de plata, un traje bastante usado y la Iglesia Metodista.

Desde su juventud comenzó a formularse una pregunta que constantemente le preocupará y movilizará su búsqueda: ¿cómo hacer el bien? Tratando de lograr una respuesta a esa pregunta es que Wesley comienza a estudiar e ingresa como pastor de la Iglesia Anglicana.

Sucedía que la fe de la iglesia de su tiempo se había estancado, había perdido la fuerza, la vitalidad. Era una iglesia cargada de ritos y de formalidades, pero con poca vivencia de la fe. Era una iglesia con una fe puramente intelectual que no lograba desafiar ni satisfacer las necesidades espirituales de las personas.

En los comienzos de su vida pastoral, Wesley, forma y dirige un pequeño grupo de jóvenes que tiene como propósito el estudio y la perseverancia con el fin de que las vidas de sus miembros pudieran ser guiadas hacia Dios y su promesa de vida plena. El grupo se reunía semanalmente con mucha dedicación y apego estricto a la disciplina y método de estudiar la Biblia. Fue entonces que algunos, como ironía, comenzaron a llamarlos los metodistas, nombre que perdura hasta nuestros días.

La pregunta estaba en pie, ¿cómo hacer el bien? La búsqueda continuaba y Wesley sentía que no alcanzaba con la disciplina y el ritual. Era necesario encontrar algo que funcionara como motor en su vida y en la vida de la iglesia, algo que le diera fuerza y dinamismo. Hacía falta un encuentro consciente con Jesús como compañero vivo y presente, como guía de su vida. Tenía que sentir que Cristo vivía en él. Juan persiste en la búsqueda hasta que una noche escuchando el comentario a la carta del apóstol Pablo a la comunidad de los romanos llega a sentir la experiencia de Cristo en su vida. Comprende cabalmente la acción en su espíritu de todo lo aprendido. Encontró aquel motor, aquella fuerza en su vida y en la vida de la iglesia que le permite y lo desafía a hacer el bien.

Wesley había hallado una buena noticia y no quería guardarla solamente para sí, debía comunicarla. No solo porque la iglesia de su tiempo no le permite predicar en sus templos, sino también porque nunca olvidó su origen de pobreza es que Juan se vuelca a los numerosos grupos vulnerados y descuidados de su país. Interpela a hacer el bien a personas que pudieran contribuir a la causa con sus recursos,

presencia, trabajo, oración o dinero. El Dios que él encuentra prometía y desafiaba a una vida plena, no solo para el más allá sino también para este mundo.

A Wesley le interesaba la fe de las personas pero también le interesaba que la fe se expresara a través de las obras y el servicio. Por lo tanto gente que apreciaba su postura y tuvo una experiencia de fe comienza a prepararse para transmitir la nueva noticia de Jesucristo viviente y para el servicio a los demás. Comienzan a convertirse en agentes de evangelización y a provocar un efecto multiplicador de la fe y el amor.

Es así que se gesta un camino hacia la fe que se lanza a recorrer el mundo, un camino que hoy se sigue abriendo.

Un historiador ha comentado: «La iglesia estaba muerta y Wesley la despertó; el evangelio estaba comprimido en ritos y fórmulas y Wesley lo sacó a la luz de nuevo en el idioma de la persona común. Habló y practicó en todas partes la palabra de Dios y las personas respondieron».

Este es el origen del metodismo, así nació. Es necesario que las personas sepan de dónde vienen para saber hacia dónde van. Los metodistas venimos de la búsqueda de una puesta en práctica de la fe y seguimos tratando de caminar hacia el crecimiento de la experiencia de Jesucristo y del amor a los demás. Sentimos que seguimos caminando con Él, tratando de imitarlo, conscientes de que es un camino entre muchos.

Texto actualizado del folleto original realizado por la Iglesia Metodista en el Uruguay, c. 1982

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Crédito de imagen: Gabriela Cabrera Castromán

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