Seniors

26 de agosto de 2023

 

Natalia Trenchi, Seniors 1967

Muchas veces me he preguntado cuál ha sido la receta de Crandon para conseguir lo que consiguió con nosotros: a fuego en nuestra identidad, integrada a otras cualidades que fuimos construyendo en la vida, permanece el sentirnos crandonianos.

En mi generación ya somos veteranas y veteranos, jubilados y abuelos, representantes de muchas áreas diferentes de la sociedad, de variada situación económica, de composiciones familiares diversas, de muy diferentes ideologías políticas y religiosas. Pero todos sentimos eso que llamamos «crandonianos» y que nos hace seguir juntarnos y divertirnos como niños, que nos hace buscar ayuda y encontrarla en esa comunidad que se gestó en el Colegio, que nos hace sentir hermanados aun con nuestras diferencias. Y esa cohesión no surge de comuniones intelectuales (por cierto, mejor no hablar de política) ni de pactos explícitos.

¿Vendrá de haber compartido la infancia? Indudablemente genera una tibieza especial el que todos hayamos conocido a nuestros padres, abuelos, casas de la infancia… pero eso no alcanzaría. Eso les pasa a todos los que fueron juntos a una escuela, y no veo que sea frecuente que se mantengan los lazos que mantenemos nosotros.

Todos estamos de acuerdo en la marca profunda que nos dejaron algunos docentes y, sobre todo, algunas actividades (campamentos con niños del Consejo del Niño, arreglo de una escuela que lo necesitaba, entre otros) que nos mostraban un mundo que no conocíamos y nos enseñaba a ejercer una ciudadanía activa y responsable. Pero tampoco creo que eso fuera suficiente.

Quizás la magia fuera el resultado de todo eso, junto con el ejemplo y la mirada respetuosa de los educadores hacia nosotros y de su esperanza convencida de que seríamos seres enriquecedores de la sociedad… No lo sé, solo sé que funcionó y lo más sorprendente es que sigue funcionando.

 

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