Secundaria
29 de diciembre de 2021
Las Profas. Valeria Giménez Ferreira (Biología), Estefanía Gómez Ferragut y Lorena Verdier Cabrera (Inglés) llevaron a cabo una actividad interdisciplinar con tres grupos de primer año de Ciclo Básico, con levaduras como tema de enlace.
Desde Biología, la docente abordó algunas de las dimensiones de la competencia científica, como por ejemplo, el trabajo con variables y preguntas investigables. Y propuso, en pequeños grupos, dos actividades experimentales diferentes y conectadas entre sí, que se centraron en responder la pregunta principal: «¿la levadura es un ser vivo?».
Para ello, en una primera etapa, los estudiantes debían buscar información en diferentes fuentes y aplicar los conceptos ya trabajados en la asignatura. En un segundo momento, tenían que llevar a cabo ciertas experiencias prácticas y analizarlas para responder la pregunta investigable.
Mientras tanto, las profesoras de inglés trabajaban vocabulario relacionado con la cocina, el ambiente y la naturaleza; también el contacto con material auténtico (videos), la comprensión auditiva y la escritura.
El producto final seleccionado para trabajar de forma interdisciplinar consistió en elaborar un alimento que contuviera levadura, ya que es un tema cotidiano y próximo a la realidad de los estudiantes. La preparación debía registrarse en un video en inglés, con el detalle y relato de los ingredientes, las medidas y el proceso. Debían trabajar en pequeños equipos, pues era setiembre y los protocolos sanitarios ya lo permitían. Luego de cocinar, podían compartir las preparaciones en clase. A pesar de que tenían que traer la comida en porciones individuales y bajo el protocolo vigente ―un esfuerzo extra― todos se entusiasmaron y los grupos probaron pizzas, diversos panes y donuts.
Para las docentes, volver al trabajo en equipos fue uno de los aspectos más valiosos. «Se notó cuánto disfrutaron y la calidad de los productos finales (videos y preparaciones de cocina) fue asombrosa ―agregan―. Los estudiantes se manejan muy bien frente a las cámaras; tienen mucha soltura e incluyen vocabulario y expresiones trabajadas en clase. Se tomaron el trabajo con mucha responsabilidad, nos comentaban que había videos que los habían grabado varias veces hasta lograr el producto que querían. Y las familias fueron muy receptivas y colaboradoras, tanto por el trabajo en equipos, como por la producción de las recetas».
El video, como síntesis del trabajo realizado, llevaba calificación de las docentes y una autoevaluación, definida con una rúbrica. Los estudiantes debían valorar su producción audiovisual y la de los compañeros. Era una rúbrica numérico-conceptual, del 1 al 4, que indicaba las expectativas vinculadas con el trabajo (cinco áreas: ideas, organización, vocabulario, video y sabor). «Esta instancia estuvo muy buena. Ellos son muy exigentes y surgieron excelentes comentarios», resumen las docentes.
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