Institucional / Secundaria

5 de agosto de 2023

El 28 de junio tuvo lugar, en el salón de actos Graff Hall, un conversatorio a propósito de los 50 años del golpe de Estado con la presencia de los historiadores Magdalena Broquetas y Carlos Demasi. El encuentro fue organizado por la Sala de Historia del Departamento de Secundaria en el marco de varias actividades realizadas junto con los estudiantes y docentes de otras unidades curriculares (Educación Ciudadana, Geografía y Sociología).

El Mag. Carlos Varela Colombo, director general del Instituto Crandon, fue el responsable de abrir la charla. Además de agradecer a los docentes a cargo de la actividad, reconoció el honor de contar con la presencia de Broquetas y Demasi. «Destaco la importancia de esta actividad (…) porque me parece que es muy importante que nuestros alumnos conozcan los hechos históricos que ensombrecieron la historia de nuestro país, [que sepan] qué es lo que sucedió hace 50 años y que sean conscientes de la importancia que tenemos cada uno de nosotros en la defensa de la democracia. (…) Tenemos que conocer la historia para evitar que ciertos hechos trágicos se repitan», agregó. 

En nombre del equipo organizador, el Prof. Marcos Rey Despaux ―docente de Historia― presentó a los oradores. De Carlos Demasi (historiador, docente e investigador) destacó su labor como profesor en el Instituto de Profesores Artigas y la coordinación de proyectos de investigación sobre la dictadura en el Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República. A propósito de Magdalena Broquetas (historiadora, docente e investigadora), hizo énfasis en su trabajo en el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) y su participación en varios equipos de investigación sobre la historia de Uruguay de los siglos XIX y XX, en particular sobre las derechas. 

El conversatorio comenzó con palabras de la Dra. Broquetas. En primer lugar, la historiadora agradeció a la Sala de Historia y a los directivos de la Institución por la iniciativa. En segundo término, mencionó el honor de compartir una charla con el Prof. Demasi y dedicó varios minutos al Instituto Crandon (institución donde estudian sus hijos y donde su madre ejerció como profesora de Literatura) y al lugar que este y la Iglesia Metodista en el Uruguay ocuparon en el marco histórico del conversatorio en cuestión. 

 

Multiplicidad de causas que no admiten reduccionismos

En segundo término, la historiadora rememoró el contexto del golpe de Estado que, según aclaró en varias oportunidades, tuvo carácter cívico-militar. «Fue el corolario de un largo proceso de autoritarismo, de un largo proceso de resquebrajamiento democrático que fue el resultado de varios factores. Hay una multiplicidad de causas que no admiten reduccionismos y que son las que llevaron al golpe de Estado. Y no fue un hecho aislado, fue algo que acompañó un proceso que estaba andando en toda América Latina», expresó. 

La Dra. Broquetas recordó que el 27 de junio es el «último acto de un guion que tiene varios puntos de inflexión». La primera mitad de los años sesenta se caracterizó por la movilización sindical, con un sindicalismo muy vigoroso que tenía capacidad de presión y de vetar las decisiones gubernamentales. Eran años de Guerra Fría en los que hubo una respuesta fuerte a las organizaciones de los grupos de la izquierda armada y a la creación del Frente Amplio.

La historiadora explicó que existe un consenso en el ámbito historiográfico de considerar el período comprendido entre 1968 y 1973 como una etapa de autoritarismo civil. 

El 15 de abril de 1972, el Parlamento votó la suspensión de garantías individuales y el estado de guerra interno. Bajo este paraguas jurídico ―considerado inconstitucional, en su momento, por el Colegio de Abogados―, los detenidos por motivos políticos quedaban a disposición de la justicia militar, no tenían derecho a conocer la prueba del delito y tampoco eran conducidos ante un juez (estas detenciones violaban el principio legal del habeas corpus que protege a los ciudadanos de los arrestos y de las detenciones arbitrarias).

En octubre de 1972 hubo una insubordinación militar. El Poder Ejecutivo ordenó la liberación de cuatro detenidos (médicos que habían sido torturados) y las Fuerzas Armadas se negaron. Este hecho generó una crisis institucional de envergadura. 

El alzamiento militar de febrero de 1973 fue otro mojón importante. Para salir de este, el Pte. Juan María Bordaberry firmó un pacto con las Fuerzas Armadas y se creó el COSENA (Consejo de Seguridad Nacional), un organismo de cogobierno civil-militar.

A mediados de junio, el presidente Bordaberry tenía pronto un documento ante la inminente posibilidad de un golpe de Estado. 

Para cerrar, expresó la Dra. Broquetas, «este es un ciclo de golpes que se inicia con Brasil en el 64. La singularidad aquí es que se da un autogolpe, el decreto lo firma el presidente que está en un cogobierno con los militares (…). Lo que se echa a andar es algo muy profundo. Esto no es un cuartelazo, esto no es una ruptura más, esto es ―planteado de manera pionera en los 80 por Guillermo O’Donnell― un proyecto de Estado burocrático autoritario, un proyecto profundo de reformulación del Estado y de reformulación de la sociedad». 

 

La ausencia de los partidos políticos y la presencia del movimiento sindical

El historiador Demasi, al momento de comenzar su alocución, reparó y devolvió las palabras que el Prof. Rey y la Dra. Broquetas habían expresado en relación con su rol docente: «Es muy fácil ser buen profesor cuando uno tiene buenos alumnos; ahí cualquiera se luce», comentó. De inmediato, pasó a caracterizar el golpe de Estado de 1973 y a describir el destacado lugar del movimiento sindical. 

«El golpista es el presidente y eso genera un estado de confusión. El gobierno norteamericano entiende que no es necesario reconocer al gobierno uruguayo porque entiende que es el mismo gobierno, a pesar de que ya no tiene ni cámaras, ni el Poder Judicial, pero es el mismo presidente y las cosas continúan», expresó. 

1973 cerró un ciclo de 75 años en el que se produjeron cuatro golpes de Estado y todos fueron dados por presidentes. Para el historiador, el de 1973 se caracterizó por la ausencia de los partidos políticos y la presencia del movimiento social. «Esto también es una peculiaridad uruguaya, porque es el único caso en el cual hay una resistencia social generalizada que se prolonga durante 15 días para enfrentar al gobierno». 

En la Asamblea General del 27 de junio de 1973 casi no hubo cuórum. Faltaron representantes por cuestiones particulares, unos pocos estuvieron presentes y rechazaron el golpe. Corresponde «señalar que hubo otras personas que se escaparon por el costado. Algunos faltaron todo el día sin aviso, como Martín Echegoyen; todo el elenco de la Unión Nacional Reeleccionista desapareció de la Cámara y los herreristas de la alianza herreroruralista también. El cuórum de esa Asamblea fue mínimo y el tono fue de misa de difunto, ya se da por hecho que se termina la democracia. Se viene el golpe de Estado, nada se puede hacer para impedirlo y entonces solo cabe manifestar la posición personal frente a eso y el mensaje de optimismo histórico. Hay una sensación de abatimiento en la dirigencia política que razonablemente tendría que haber sido la que tomaba la bandera y marchaba hacia adelante».  

La Huelga General se desencadenó en la madrugada del 27 de junio; los emisarios de la CNT (Convención Nacional de Trabajadores) salieron, mayormente en bicicleta, a transmitir la noticia. En varios lugares se encontraron con asambleas que decidían la ocupación. 

El Prof. Demasi destacó el lugar de las figuras anónimas. Las imágenes tomadas por el fotógrafo Aurelio González ―rescatadas por CdF, Intendencia de Montevideo―  son elocuentes: se ven «fábricas ocupadas donde hay un clima afectivo, (…) hay cierto aire de fiesta. La ocupación de las fábricas [implicó] llevar adelante un proyecto común y generó cierta satisfacción, cierta alegría». 

«La Huelga General fue una experiencia compartida ―aclaró el historiador―. Tiene varias dimensiones: la épica, la afectiva, la medio heroica. Salir a volantear, salir en esas manifestaciones relámpago que se hacían por los barrios implicaba un miedo bárbaro. Tiene dimensiones trágicas: hubo dos asesinatos, Ramón Pérez, que era un docente de UTU, y Walter Medina, que era un estudiante de 16 años que estaba pintando “muera la dictadura” y le dieron un balazo».  

A los asesinatos hay que sumarle las detenciones. Se habilitó el Cilindro Municipal para detener a los militantes sindicales y así evitar que volvieran a ocupar. El costo de la Huelga General fue muy pesado para los obreros. Los partidos políticos se unieron después, especialmente la fracción del Partido Nacional liderada por Wilson Ferreira Aldunate y el Frente Amplio. Ambos manifestaron su rechazo a la dictadura y el apoyo a la huelga. 

A partir de allí la dictadura empezó a gobernar y los uruguayos aprendieron a vivir en dictadura. «Ya veníamos medio entrenados, pero no es instantáneo. Los militares tenían la idea de que el pueblo estaba oprimido por los dirigentes comunistas y que, cuando estos fueran eliminados, el pueblo iba a expresar su deseo de trabajar, de construir el país, de ponerse a las órdenes de los militares y de marcar el paso todo el tiempo». 

Las elecciones en la Universidad de la República se realizaron el 11 de setiembre. Ganó la izquierda y el recuento de votos fue larguísimo. La explosión de una bomba en la Facultad de Ingeniería (28 de octubre) determinó la intervención de la Udelar y el formato represivo de la dictadura empezó a configurarse abiertamente. Se proscribieron los partidos de izquierda y los movimientos sociales considerados revoltosos (la Federación de Estudiantes Universitarios, por ejemplo) y se empezó a prohibir la salida de algunos diarios. 

«El sentido de la instalación del autoritarismo se va sintiendo en gestos específicos» y se instaló «la sensación de sentirse permanentemente vigilado, algo que en aquel momento parecía un poco paranoico», pero que ahora, con algunos archivos abiertos, resulta contrastable.

El golpe de Estado se produjo en un momento de enorme prosperidad internacional pero en octubre se produjo la guerra del Kippur y tuvo lugar el primer embargo petrolero. Uruguay fue parte del embargo, pues el país era considerado amigo de Israel. Después de unos meses de incertidumbre, llegó Alejandro Vegh Villegas a hacerse cargo de los números y la economía comenzó a recomponerse. «Era un contexto fuertemente autoritario y paralelamente las Fuerzas Armadas llevaban adelante operativos de represión contra partidos políticos, contra sectores sindicales, sociales, estudiantiles. La represión se convierte en una forma de vida», finalizó el Prof. Demasi. 

El conversatorio finalizó con un intercambio de preguntas y la exhibición de un video alusivo a los 50 años del golpe de Estado ―realizado por estudiantes y coordinado por los docentes de Historia, Educación Ciudadana, Geografía y Sociología―.

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